domingo, 22 de noviembre de 2009

La ciudad

Estoy en el quinto piso de un edificio, en el centro de la ciudad, son las 10:30 p.m. y el ruido de la muchedumbre se mezcla con la música de los bares y prostíbulos, con los motores del desfile automovilístico que perfuma las calles con su incienso de hollín, bajo la fuerte luz de los neones y el tenue anaranjado del alumbrado publico.

Desde esta altura, veo a la manada humana como siluetas que caminan maquinalmente hacia su destino, hacia el norte, el sur, el este y el oeste; algunos vienen del trabajo, el estudio o simplemente de algún antro. Son seres sin sentido, vacíos de espíritu, están compuestos de tres cosas, el afán, la rutina y el sueño (único símbolo de humanidad) para ellos todos los días son iguales, nunca se detienen a observar la majestuosidad del caos que los rodea y los mezcla, por ejemplo, con el niño de ocho años que se refugia en los rincones oscuros para inhalar pegamento con el fin de olvidar su existencia.

Extasiado con esta deprimente poesía, me veo atraído por una chica que brilla como un ángel taciturno en medio de la noche, esta ahí sentada mirando y pensando, quien sabe cuantas cosas. El tiempo se detiene un instante, mientras ella saca un cigarrillo y una candela, lentamente lo pone en su boca, lo enciende absorbiendo la deliciosa nicotina y expulsa pequeños espirales de humo azul que se disuelven en el aire, haciendo que el tiempo retome su curso.

1 comentario:

  1. Parce está chimba... creo que usted ya me lo había leído.
    EL post pasado también está muy sollado, y rayado.
    Le cuento que los dos blog míos que usted tiene en el sidebar ya están borrados. Ninguno existe. En su lugar, se levanta majestuoso mi nuevo blog:
    http://tomazgarzia.wordpress.com
    A ver si pasa por allá. Le propongo un intercambio de links.
    Saludos, jipi.

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